«En el momento en que
escribo esto tengo cincuenta años de edad. Cuando tenía unos veinticinco, mi
tía Elisa Rodrigo Colás, me mostró unas cartas de un hermano de su madre, mi
abuela. Esas cartas habían sido escritas desde el frente, en plena guerra
civil, entre 1937 y 1938. Transcribí esas cartas, las pasé a ordenador y las
guardé. En ese momento, no supe qué hacer con ellas.
El Ángel que firma las
cartas que aparecen en esta novela se llamó en realidad Vicente Colás Tomás,
hermano de mi abuela y desparecido, presuntamente y por no decir muerto,
en la Batalla del Ebro. A él está dedicado este libro. De alguna manera, al
releer las cartas, sentí que en ellas estaba el origen de lo que soy. De alguna
manera, como digo, encontré parte de mis raíces. Por supuesto, nunca llegué a
conocer a Vicente, nadie que hoy viva llegó a conocerlo.
Me encontraba escribiendo una novela y esas cartas regresaron a mi memoria: encajaban en lo que estaba escribiendo. Su lectura, más de dos décadas después de haberlas mecanografiado al ordenador, me sobrecogió hasta el punto que decidí transformarlas en ficción. Necesitaba distanciarme de esa realidad escalofriante que mostraban. Cambié algunas fechas, todos los nombres que aparecían y modifiqué su redacción. Así dieron cuerpo a 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝒂́𝒏𝒈𝒆𝒍𝒆𝒔».
Javier Tenías
Ediciones Dispares, nº 22, 164 págs.
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